Para Confucio, la sociedad era un sistema que se establecía de acuerdo con los nombres, pues cada nombre expresaba no una cosa en concreto, sino un conjunto de relaciones (...). Si ocurría que alguno de los elementos que intervenían en la relación (...) no de daba, debía entenderse que no se trataba de lo mismo y que no debía ser utilizada tal palabra para nombrarlo. En caso de que se permitiese nombrarlo de la misma manera, se introduciría la confusión en el concepto, y partir de allí, en la sociedad.
[Sin embargo] aquel ser consciente de sus ficciones sabe que éstas han de ser utilizadas y que no ha de dejarse utilizar por ellas.
Ch. Maillard, La razón estética
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