martes, 31 de diciembre de 2019

"DESORIENTACIÓN" LA DISTANCIA RECORRIDA ENTRE 2011 Y 2019

La impotencia de la democracia
La impotencia de la democracia
El País 30/12/2019 



  Desde el inicio de la crisis económica en 2007 el eje de coordenadas en el que el pensamiento político de las democracias occidentales se desarrollaba ha explotado. Vivimos aún en la confusión que ha provocado esta explosión y así, al desaparecer los referentes básicos, las ideas y los conceptos políticos se están ahuecando; están perdiendo significado. El resultado es una situación de desorientación generalizada.
  Cuando un avión vuela en la noche o en el centro de una tormenta los pilotos necesitan utilizar instrumentos de navegación que les permita saber si vuelan escorados o si están perdiendo o ganado altura. Sin estas referencias los pilotos bien podrían estar a punto de estrellarse contra el suelo y no ser conscientes de ello... hoy todos volamos en medio de la tormenta y hemos perdido nuestros instrumentos de navegación. Veamos algunos ejemplos en los que la confusión y desorientación a la que hacemos referencia son palpables. Comencemos por el partido político que previsiblemente ganará las próximas elecciones generales.
  La desorientación en el partido popular es total; aún no han comprendido siquiera las relaciones causa-efecto de la situación económica que nos atenaza, y sólo así, se pueden entender las declaraciones de su portavoz en el congreso en las que explica que ellos no van a dejar la política económica en manos de los sindicatos, sino en manos de aquellos “que saben”: de los economistas, sin haber percibido aún la profunda quiebra en la que el pensamiento económico dominante en los últimos decenios se encuentra. Los fundamentos de esa vertiente de la disciplina económica están en profunda revisión, una vez comprobada su inoperancia a la hora de anticipar o explicar la crisis.
  Confusión muestra también uno de los principales productores intelectuales del Partido Popular, José María Lassalle, cuando habla de la obsolescencia del modelo keynesiano aplicado por los socialistas (no sabemos cuando) y cuando se refiere a la necesidad de “modernizar” nuestro sistema económico. Se supone que el modelo keynesiano es viejo, aunque mostrara su máximo vigor en los años 50 y 60, y en cambio considera modernizador un sistema encaminado a minar la negociación colectiva, a privatizar o a debilitar servicios básicos como la sanidad, la educación, o un sistema de previsión social como la Seguridad Social que garantiza nuestras pensiones públicas. Pues bien para el señor Lassalle seguir este camino significa modernizar, cuando en realidad es volver no ya a los años 50 o 60 del siglo XX, sino a los años finales del siglo XIX, cuando, como cualquier alumno medianamente aplicado de 16 años sabe, no existía ni la negociación colectiva ni ningún tipo de sistema público de previsión social. Resumiendo: nuestros nuevos pilotos volarán sin instrumentos de navegación o lo que es peor con instrumentos de navegación estropeados sin saberlo.
  Pero la desorientación no se limita al Partido Popular; en el PSOE la última legislatura a sido una muestra de la pérdida completa de referentes ideológicos. En la genética ideológica de los partidos socialdemócratas estaba el embridar a una economía de mercado que actuando libremente desde finales del siglo XIX estuvo amenazando seriamente a los países europeos con el colapso total hasta el final de la II Guerra Mundial. La socialdemocracia en esencia no era más que eso... en que punto exacto del camino abandonó su esencia para convertirse en otra cosa es difícil de precisar, pero en todo caso los partidos socialdemócratas de toda Europa mordieron el anzuelo del mercado y ahora no parecen capaces de liberarse.
  En las grandes organizaciones sindicales, convertidas a su vez en pesadas organizaciones con tendencia a la esclerosis, aún no han comprendido que el tiempo de los pactos y de las políticas de acompañamiento que durante los años de bonanza les granjeaban el aplauso general ha terminado. No han comprendido aún que la desintegración social que la crisis económica está produciendo no encaja bien con esa política tendente al acuerdo y al pacto. Sus afiliados y simpatizantes se mueven rápidamente, se escoran hacia la izquierda en sus planteamientos y ante la gravedad de la situación reclaman una oposición mucho más decidida e intensa. La situación para las grandes centrales sindicales es grave, ya que, o se mueven junto a sus bases o corren un grave riesgo de quedar en una posición de fuera de juego.
  Pese a toda esta confusión y pese a que nuestros desorientados pilotos aún no tienen claro si ganamos altura o la perdemos, si volamos inclinándonos a un lado o a otro, la realidad es que nuestra nave vuela en un claro rumbo de colisión; nuestra democracia se esta suicidando... y no lo hace por el camino del despeñamiento económico, sino por la ignorancia generaliza de una corriente de fondo sorda pero implacable que no cesa de crecer. Nuestra sistema social se deshilacha y empiezan a surgir nuevos posicionamientos morales que rompen con una larga tradición fuertemente asentada en nuestras democracias, aquella que asumía que, pese al individualismo dominante, este tenía unos límites, asumidos en mayor o menor medida por todas las opciones políticas. Los recortes de derechos que en los últimos tiempos observamos no son más que la muestra de la ruptura de ese consenso que reconocía la necesidad de mantener un sistema sanitario y educativo universal, así como un sistema de previsión social que posibilitaba que nuestros ancianos vivieran sus últimos días con dignidad. Paul Krugman en un reciente artículo publicado por El País ponía el acento en este mismo asunto cuando decía: (…) “no creo que la mayoría de los analistas políticos hayan asimilado plenamente [que] en este momento, la política (...) es básicamente una cuestión de opiniones morales diferentes. (…) En el pasado, los conservadores aceptaban la necesidad de que el Gobierno proporcionase una red de seguridad por motivos humanitarios. No lo digo yo, lo decía Friedrich Hayek, el héroe intelectual conservador que manifestaba expresamente en Camino de servidumbre su apoyo a "un sistema general de seguridad social" para proteger a los ciudadanos ante "los peligros habituales de la vida", y destacaba la salud en particular. (…) Ahora, sin embargo, la compasión no está de moda; de hecho, la falta de compasión se ha convertido en una cuestión de principios(...)”. Este es el rumbo que llevamos, y la puerta que estamos comenzando a abrir, la puerta de la deshumanización y la falta de compasión sólo nos puede conducir a ominosos escenarios. Es el momento de volver a orientar de nuevo nuestros ejes morales y políticos y con ellos nuestras acciones, de lo contrario asumimos riesgos enormes.
Juan Seoane
DESORIENTACIÓN. Miércoles, 05 Octubre 2011

martes, 5 de marzo de 2019

IDENTIDAD, INDIVIDUALISMO Y FEMINISMO LIBERAL

"Tenemos que dejar de contarnos historias en las que dinero y valor se equiparen. Tenemos que imaginar un mundo en el que la valía de exprese con cosas como el amor y el cuidado (...) el éxito dentro de este sistema es sospechoso."

J. Crispin


Una mañana de noviembre del año 2017 en la radio entrevistaban a una escritora nigeriana, Chimamanda Ngozi (20' 10"); en un momento de la conversación que giraba en torno al tema de cómo educar en el feminismo la escritora contaba como, siendo muy niña, en su casa descubrió que era feminista aún sin saberlo y como le molestaba que hubiera cosas que se suponía que tenía que hacer solo por el hecho de ser mujer, continuaba explicando como mientras sus hermanos chicos jugaban a la pelota ella debía quedarse en la cocina junto a la asistenta pasando calor. Recuerdo como aquella conversación, o más bien, aquel fragmento de la conversación me resultó extraño. La extrañeza no procedía del hecho de que una niña quisiese jugar a la pelota con sus hermanos, sino más bien que en esa reivindicación feminista la figura de la asistenta era más bien una especie de elemento contextual en un proceso de reafirmación individual. Me extrañó que en la conversación no se tratase también sobre el calor que la asistenta, también mujer, pasaría de forma continua, o sobre qué oportunidades habría tenido aquella mujer en cuanto a su formación o posibilidades laborales. En aquella entrevista el componente social simplemente pasó desapercibido. Por supuesto feminismo y conflicto de clases no deberían ser contradictorios pero cuando vemos configurarse relatos como este, en el que el componente social de clase, con todas sus connotaciones, desaparece nos deberíamos preguntar quién es entonces el sujeto. 

Algo parecido sucede cuando vemos reclamar más puestos directivos para las mujeres sin cuestionarnos la necesidad de la existencia de una clase directiva, sin cuestionarnos tampoco las diferencias escandalosas entre las escalas retributivas de directivos y empleados, ¿nos deben parecer bien diferencias de 98 a 1 entre trabajadoras y directivas si esta es una mujer? ¿De verdad la solución al problema de los cuidados en nuestras familias pasa por mercantilizar y dar un valor monetario a estos cuidados? En ocasiones recuerdo algo que escuche recientemente aunque no recuerdo ni a quién ni en dónde... no deberíamos integrar a las mujeres en un mundo masculinizado, la auténtica transformación estaría en buscar feminizar al mundo. No deberíamos reivindicar dejar que conceptos como el amor o el cuidado dejen de asociarse a lo femenino, sino extender su importancia a todos los ámbitos.

El peligro de los discursos identitarios construidos desde lo individual radica precisamente en que omiten el elemento común y que corren el peligro de convertirse en una miríada de movimientos dispersos. Otro peligro de ese discurso de empoderamiento individual radica en lo que, tal y como era previsible, hemos podido leer en la prensa los últimos días: Ciudadanos reivindica un "feminismo liberal". Si el eje central de actuación es un empoderamiento individual ¿cómo luchar desde aquí frente al neoliberalismo rampante que nos asola? ¿cómo evitar que esos movimientos o, al menos parte de ellos, no acaben absorbidos por un neoliberalismo cuyo eje principal es, precisamente, la individualización y el fomento de un aislamiento extremo? 



* Crispin, J., Por qué no soy feminista, Malpaso, Barcelona, 2016

sábado, 2 de marzo de 2019

LAS REGLAS DEL JUEGO DE LA AUTORIDAD

Espectador y jugador a la vez, mirando y asombrándome...

W. Whitman


¿Cómo evitar convertir la Historia que impartimos a nuestros alumnos en un mero pastiche? ¿cómo hacer comprender a personas muy jóvenes la diferencia que existe entre el discurrir del tiempo desde el punto de vista individual y lo que podríamos denominar tiempo histórico, en el que debemos analizar y narrar acontecimientos complejos que se desenvuelven a lo largo de un tiempo que ocupa muchas vidas? ¿qué relación existe a la hora de comprender y narrar esos acontecimientos entre lo individual y lo colectivo? ¿existe una voluntad capaz de trascender su propio tiempo vital individual? ¿y si existe esa voluntad de que modo desborda lo individual para acabar convertida en un proyecto colectivo? 

Todas estas preguntas nos hacemos a la hora de reflexionar sobre nuestro trabajo y no deja de resultar paradójico que, para encontrar semejantes preguntas, debamos acudir más a poetas o novelistas que a historiadores profesionales. El nudo que une ambos elementos, lo individual y lo colectivo, parece ser la autoridad y su concepto derivado 'poder'. A este asunto central para comprender los acontecimientos históricos no se le dedica mucho tiempo pero ¿qué nos empuja a las personas a asumir el dominio de otro individuo para mandar o ejecutar algo? ¿Tenemos como docentes alguna responsabilidad profesional en este sentido? 

Hoy que, parece, nos encontramos de nuevo en una encrucijada, en uno de esos  momentos en los que nuestros sistemas políticos y económicos parecen desintegrarse ¿sabremos enseñar a nuestro alumnado como convertirse en jugadores de la Historia y no solo en espectadores o engranajes? ¿Sabremos desvelarles las reglas con las que se juega el manejo de la autoridad y el poder? 

Resulta evidente que, al menos, hasta el momento no hemos sabido cómo llevar a cabo un ejercicio ético de la autoridad y el poder, no hemos sabido cómo derivar lo colectivo de lo individual a través de una participación consciente e informada y no reducir los proyectos colectivos a un mero ejercicio persuasivo, de pastorado religioso o laico o, peor aún, a una mera manipulación maquiavélica de nuestros defectos y debilidades para lograr los fines requeridos. 

Iluminemos estas trastiendas oscuras de nuestras disciplinas y hagamos explícitas estas limitaciones... puede ser un primer paso en la buena dirección.


Uno debe vivir el acontecimiento desde dentro, como el último soldado, y al mismo tiempo pensarlo desde afuera y desde arriba.

Chiaromonte, N.









CLUB DE LECTURA

A lo largo de este año hemos preparado la lectura de diferentes libros y hemos hecho una lectura conjunta de los mismos en diferentes foros. Os enlazamos a carpetas con los materiales utilizados en estas sesiones de lectura.




jueves, 28 de febrero de 2019

¿QUÉ SABÍA G. K. CHESTERTON SOBRE D. TRUMP?


Muchas veces me ha pasado captar algunos leves sucesos que transcurrían ante mis ojos y encontrarles una fisonomía original en la que me complacía discernir el espíritu de esta época”


Anatole France citado por W. Benjamin en su Libro de los Pasajes



Mientras la superficie se agitaba en la Europa de los años treinta algunos se preguntaban sorprendidos de dónde había surgido la tormenta, sin embargo, en los decenios anteriores, mientras todo parecía tranquilo potentes corrientes de fondo fluían bajo la misma superficie. Estas corrientes provocaban vibraciones y ondas que, para un espectador sensible y atento, ya eran perceptibles tiempo atrás. En 1910 G. K. Chesterton en un ensayo titulado Lo que está mal en el mundo advertía:

“(...) ha surgido en la vida moderna una moda literaria que se dedica a la novela de los negocios, a los grandes semidioses de la codicia y al país de las hadas de las finanzas. Esta popular filosofía es totalmente despótica y antidemocrática; esta moda es la flor de ese cesarismo contra el que pretendo protestar. El millonario ideal se aferra a la posesión de un cerebro de acero. El hecho de que el millonario real posea más bien una cabeza hueca no altera el espíritu y la tendencia de la idolatría. El argumento esencial es: “Los especialistas deben ser déspotas; los hombres deben ser especialistas (...) tenemos una civilización comercial; por lo tanto, debemos destruir la democracia. (…) Nuestros negocios especializados en su Estado sumamente civilizado no pueden ser (se dice) dirigidos sin la brutalidad del caciquismo y el saqueo, el “demasiado viejo a los cuarenta” y todo el resto de barbaridades. Y deben ser dirigidos, por lo que hemos de llamar al César. Nadie que no sea el Superhombre puede descender a hacer un trabajo tan sucio.”

Como vemos, Chesterton percibió una de esas vibraciones y acertó a asir el delgado hilo que, aún tenue, unía a la floreciente civilización comercial y al despotismo antidemocrático. Catorce años antes del ascenso de Mussolini al poder en Italia y 23 años antes de la llegada al poder del nazismo en Alemania anticipó uno de los nervios centrales que acabaría posibilitando ese ascenso y que no era otro que la conversión en sentido común de la idea de que la democracia no tenía sentido en el ámbito empresarial y productivo y que, en aras de la eficiencia, la democracia misma debía ser sacrificada en favor de la especialización tecnocrática. Esta idea desbordó a lo largo de dos decenios el ámbito económico y acabó sumergiendo a la política que desapareció a manos de déspotas que entendían que el Estado debía gestionarse al modo empresarial.

Cuando hoy vemos de nuevo agitarse la superficie de nuestro presente y, otra vez, el despotismo se ha convertido en una amenaza generalizada no habría estado de más prestar atención a las vibraciones que ya nos advertían de que las corrientes de fondo volvían a fluir. Las observaciones que Chesterton hacía en 1910 resultaban familiarmente inquietantes a quien leyera noticias como la publicada por numerosos medios el 14 de mayo del año 2017. En las mismas se daba cuenta del “despido” por parte del presidente Trump (“un millonario ideal que se aferra a la posesión un cerebro de acero”) del director del FBI, aunque quizá más evocadora de los pasajes de Chesterton fue la explicación dada por la Embajadora de EE.UU. ante la ONU: The president is the CEO of the country”. En España el témino CEO equivale al consejero delegado o director ejecutivo de una compañía. ¿Les suena?...