Hoy, cuando ya han pasado trece años del estallido de nuestra Gran depresión y, haciendo un ejercicio de memoria, no estaría de más recordar algunos artículos que, en aquellos momentos, abordaban lo que aún era un futuro incierto.
En todas las disciplinas acostumbramos a dotar de autoridad a aquellos cuyos pronósticos resultan más certeros o cercanos a lo que finalmente sucede. El ámbito del análisis económico es una excepción en esta costumbre. Os invitamos a ser pacientes y a leer un par de artículos que hacían un ejercicio de pronóstico sobre lo que sucedería allá por 2006 y 2007. El primero es un trabajo de Gabriel Kolko publicado en Le monde diplomatique en octubre de 2006; un año antes de que comenzaran los primeros actos de lo que sería nuestra Gran depresión, Kolko analizaba y explicaba los principales problemas y fallas que presentaba el mundo bancario y financiero. Anticipaba, además, una inminente catástrofe económica. Un año más tarde y ya en los primeros compases de la crisis José Juan Ruiz escribía un artículo en El País en el que, además de omitir que su cargo de Economista Jefe para Latinoamérica del Banco Santander, hacía también un pronóstico sobre lo que se avecinaba.
Hace unos días, el 17 de marzo pasado, en un programa de radio de gran audiencia, pudimos volver a escuchar a José Juan Ruiz hacer recomendaciones y pronósticos sobre la situación venidera provocada por la pandemia global. Nuestra desmemoria nos impide dar y quitar autoridad a quien la merece. El tiempo da y quita razones aunque lo olvidemos.
Inquietud en los medios
financieros
Economía de aprendices de brujo
Las
crisis se suceden, hasta el punto de inquietar a los más altos dignatarios de
las organizaciones internacionales. No sin razón. A mediados de septiembre, uno
de los grandes fondos de inversión norteamericano, ‘Amaranth Advisors’, ha
perdido más de la mitad de su capital en un fin de semana. En 1998 la
desintegración de un fondo de este tipo, ‘Long Term Capital Management’, había
obligado a la banca central a intervenir para evitar un ‘crack’. Pero, desde
entonces, las sumas en juego se han incrementado considerablemente.
(...) Traducido para los agoreros patrios: es poco probable que la economía española se hunda en los próximos trimestres.