jueves, 28 de febrero de 2019

¿QUÉ SABÍA G. K. CHESTERTON SOBRE D. TRUMP?


Muchas veces me ha pasado captar algunos leves sucesos que transcurrían ante mis ojos y encontrarles una fisonomía original en la que me complacía discernir el espíritu de esta época”


Anatole France citado por W. Benjamin en su Libro de los Pasajes



Mientras la superficie se agitaba en la Europa de los años treinta algunos se preguntaban sorprendidos de dónde había surgido la tormenta, sin embargo, en los decenios anteriores, mientras todo parecía tranquilo potentes corrientes de fondo fluían bajo la misma superficie. Estas corrientes provocaban vibraciones y ondas que, para un espectador sensible y atento, ya eran perceptibles tiempo atrás. En 1910 G. K. Chesterton en un ensayo titulado Lo que está mal en el mundo advertía:

“(...) ha surgido en la vida moderna una moda literaria que se dedica a la novela de los negocios, a los grandes semidioses de la codicia y al país de las hadas de las finanzas. Esta popular filosofía es totalmente despótica y antidemocrática; esta moda es la flor de ese cesarismo contra el que pretendo protestar. El millonario ideal se aferra a la posesión de un cerebro de acero. El hecho de que el millonario real posea más bien una cabeza hueca no altera el espíritu y la tendencia de la idolatría. El argumento esencial es: “Los especialistas deben ser déspotas; los hombres deben ser especialistas (...) tenemos una civilización comercial; por lo tanto, debemos destruir la democracia. (…) Nuestros negocios especializados en su Estado sumamente civilizado no pueden ser (se dice) dirigidos sin la brutalidad del caciquismo y el saqueo, el “demasiado viejo a los cuarenta” y todo el resto de barbaridades. Y deben ser dirigidos, por lo que hemos de llamar al César. Nadie que no sea el Superhombre puede descender a hacer un trabajo tan sucio.”

Como vemos, Chesterton percibió una de esas vibraciones y acertó a asir el delgado hilo que, aún tenue, unía a la floreciente civilización comercial y al despotismo antidemocrático. Catorce años antes del ascenso de Mussolini al poder en Italia y 23 años antes de la llegada al poder del nazismo en Alemania anticipó uno de los nervios centrales que acabaría posibilitando ese ascenso y que no era otro que la conversión en sentido común de la idea de que la democracia no tenía sentido en el ámbito empresarial y productivo y que, en aras de la eficiencia, la democracia misma debía ser sacrificada en favor de la especialización tecnocrática. Esta idea desbordó a lo largo de dos decenios el ámbito económico y acabó sumergiendo a la política que desapareció a manos de déspotas que entendían que el Estado debía gestionarse al modo empresarial.

Cuando hoy vemos de nuevo agitarse la superficie de nuestro presente y, otra vez, el despotismo se ha convertido en una amenaza generalizada no habría estado de más prestar atención a las vibraciones que ya nos advertían de que las corrientes de fondo volvían a fluir. Las observaciones que Chesterton hacía en 1910 resultaban familiarmente inquietantes a quien leyera noticias como la publicada por numerosos medios el 14 de mayo del año 2017. En las mismas se daba cuenta del “despido” por parte del presidente Trump (“un millonario ideal que se aferra a la posesión un cerebro de acero”) del director del FBI, aunque quizá más evocadora de los pasajes de Chesterton fue la explicación dada por la Embajadora de EE.UU. ante la ONU: The president is the CEO of the country”. En España el témino CEO equivale al consejero delegado o director ejecutivo de una compañía. ¿Les suena?...