(...) A. Smith [en La riqueza de las naciones] se centró totalmente en la pasión que tradicionalmente se conocía como codicia o avaricia. (...) Además, Smith pudo dar un paso de gigante para hacer la proposición asimilable y persuasiva: embotó el filo de la sorprendente paradoja de Mandeville sustituyendo “pasión” y “vicio” por términos tan asépticos como “ventaja” e “interés”. [El resultado fue] la promoción de la avaricia al puesto de pasión privilegiada a la que se encomienda la tarea de domar salvajes y hacer así una contribución crucial al arte de gobernar (...)
Albert Hirschman, Las pasiones y los intereses